08 agosto 2015

Piromusical


PIROMUSICAL - PEÑISCOLA

Mi querido amor:





Te amo. Te he amado siempre y te seguiré amando en la eternidad.
 Lo siento mucho, siento que lo único que recibas de mi sea 
esta carta y no mi presencia. Así es la guerra. 
No desesperes, hoy me ha tocado a mi, mi bella amada. 






Te suplico que te cuides. Ten valor, te lo ruego, ten valor para seguir. 
Quiero que sepas que siempre he puesto toda mi confianza en ti
 y cuento contigo para que nuestra historia no haya sido en vano.






Reza por mi para que Dios me conceda pasar la frontera, 
ya no la que custodiamos los hombres sino la verdadera,
donde no tendré que pelear más, donde estaré esperándote desde ahora.






Cuento con tu coraje y fortaleza. 
Estoy orgulloso de haber servido a mi nación, no moriré arrepentido, 
he luchado por una causa justa,para que la fuerza no subyugue a la razón,
para que nuestras creencias perduren en el tiempo. 






Te amo siempre. Recibe un abrazo fuerte cada día. Te amo.








Tu esposo,

Francois F. R.

Teniente de Infantería de la unidad 6.
29 de marzo del 17..




04 agosto 2015

Piromusical


PIROMUSICAL - PEÑÍSCOLA 



Despierta, tiemblo al mirarte; 
dormida, me atrevo a verte; 
por eso, alma de mi alma, 
yo velo mientras tú duermes. 





Despierta, ríes, y al reír tus labios 
inquietos me parecen 
relámpagos de grana que serpean 
sobre un cielo de nieve. 




Dormida, los extremos de tu boca 
pliega sonrisa leve, 
suave como el rastro luminoso 
que deja un sol que muere. 
¡Duerme! 




 Despierta, miras y al mirar tus ojos 
húmedos resplandecen 
como la onda azul en cuya cresta 
chispeando el sol hiere.




Al través de tus párpados, dormida, 
tranquilo fulgor vierten, 
cual derrama de luz, templado rayo, 
lámpara transparente. 
¡Duerme! 




Despierta, hablas y al hablar vibrantes 
tus palabras parecen 
lluvia de perlas que en dorada copa 
se derrama a torrentes. 




Dormida, en el murmullo de tu aliento 
acompasado y tenue, 
escucho yo un poema que mi alma 
enamorada entiende. 
¡Duerme! 




Sobre el corazón la mano 
me he puesto porque no suene 
su latido y de la noche 
turbe la calma solemne. 



De tu balcón las persianas 
cerré ya porque no entre 
el resplandor enojoso 
de la aurora y te despierte. 
¡Duerme!




- Poemas de Gustavo Adolfo Bécquer -