Una tarde más, llegué a la misma boca del metro, la más cercana a mi trabajo.
Bajé las escaleras exteriores corriendo, esperando llegar a tiempo y no morir en el intento. Abrí la puerta de entrada de un golpe, pasé el torno corriendo, a punto de quedarme enganchada por culpa del bolso. Bajé las escaleras mecánicas sorteando a la gente, y caminé lo más rápido que pude, sin oxígeno, hasta el andén.
Nada más llegar miré la pantalla informativa para ver cuántos minutos quedaban hasta que llegara el próximo tren. 3 minutos.
Creo que llegué dos minutos más tarde que de costumbre, y no sabría si le vería, allí, sentado en el tercer vagón, como cada día, a la misma hora, 20:47, bueno, hoy eran las 20:49.
En esos tres minutos de espera pensé de todo; desde que hubiera tomado el tren anterior, que me había adelantado y corrido mucho para llegar, que no vendría en este tren ...
También pensé en la ropa que llevaría hoy, en si se le marcarían esas atractivas pero tristes ojeras, que libro estaría leyendo hoy...
¿ Habría cambiado hoy de maletín ? Me había dado cuenta de que dos días a la semana llevaba un maletín diferente, nuevo, simple, negro, de cuero e impoluto. Un "Fat Carter Negro", que costaba como unos 600€.
No entiendo mucho de moda, ni de marcas, no os penséis que lo sé todo, pero es que me fijé en el detalle interior del maletín, y oye, una se informa. No es invasión de la intimidad, ¿verdad ?
El resto de semana llevaba uno de tela, negro, con mil bolsillos, desgastados, lleno hasta los bordes, a veces, ni lo podía cerrar.
Llevábamos viéndonos cada día, desde hace un mes, en el mismo tren de vuelta a casa. No sé cuántas paradas anteriores a la mía subía, pero sí sabía dónde se bajaba, en una, solo una parada antes de la mía.
Cada fin de semana tenía la esperanza de encontrármelo en la calle, éramos prácticamente vecinos. Encontrármelo haciendo la compra o paseando al perro, sí, paseando al perro, no es tan raro, ¿no? Él tiene perro, pero creo que esa historia no os voy a contar por ahora, me la guardo para otro momento, si tanta curiosidad tenéis. Pero no, no había fin de semana que le viera, por lo que solo me quedaba el metro.
Miré de nuevo a la pantalla informativa, " próximo tren, va efectuar su entrada en la estación ". El tren ya entraba, que nervios, ¿ estaría ? ¿ no estaría?
Tren estacionado. Puertas abriéndose. Gente saliendo. Gente entrando. Él. Yo. Nosotros.
Y allí estaba él. A pesar de haber llegado dos minutos tarde, él estaba allí, sentado en el mismo asiento de cada día, con su maletín de tela, abierto, repleto de papeles, y con un nuevo libro entre las manos, " Un mundo sin fin. Ken Follett ".
Vaya que bonito y misterioso... me ha gustado, me he quedado con ganas de más!
ResponderEliminarSigue compartiendo escritos tan bonitos :) y más amenudo !
un besito guapísima :* :* :* www.dianedayz.com