09 junio 2020

20:47 - CAPITULO 6

21:02. Cuarta y última parada para que se vaya. 

Tren estacionado. Puertas abriéndose. Gente saliendo. Gente entrando. Él. Yo. Nosotros. 

Sabía que aquella era la última parada “juntos”. El siguiente estacionamiento del tren supondría su salida de aquel vagón hasta el lunes. No le volvería a ver, pasarían casi tres días sin verle, sin poder disfrutar de su rostro, de sus muecas cuando lee y de seguir descubriendo cosas de su vida. 

La hoja en la que acaba de plasmar letras, la arranco sin temblar del cuaderno, la dobló dos veces y se la metió en el bolsillo de la camisa verde que llevaba. Empezó a guardar la libreta, el boli, y reorganizó el maletín. Parecía nervioso, sacó y metió la libreta como tres veces seguidas, no terminaba de encajar aquel tetris que él solo había montado y al que solo él jugaba. 

Terminó cerrando el maletín como pudo, arrugando papeles y presionando todo lo más que pudo. Se llevó las manos al regazo de sus piernas. Las deslizó por ellas varias veces, como intentando relajarse, sosegarse… ¿ Qué le pasaba ? 

Sacó el papel de su bolsillo. Clavó su mirada en el papel como intentando volatilizarlo o quemarlo. Parecía que aquel trozo de papel había generado tal situación en él, que ni el mismo era consciente de ello. Se había vuelto lo único visible. 

Levantó la mirada del papel, giró su cuello hacia la derecha, hacia mi dirección, y clavó sus ojos en mí. Me pilló de sopetón aquel cambio tan radical de dirección de sus ojos. No recuerdo en que momento exacto dejé de respirar. Mi corazón empezó a acelerarse, mis mejillas empezaron a ruborizarse y empecé a ahogarme. Fueron breves segundos, pero muy intensos. Recordé como respirar e inhalé una gran bocanada de aire. Me “devolvió” a la vida. 

Se levantó. Cogió el maletín con su mano derecha y con la izquierda sujetaba aquel maldito trozo de papel. Sus ojos no dejaban de mirarme. Se volvió una mirada nerviosa, inquieta, exaltada, pero a la vez con un punto de satisfacción y esperanza. 

Empezó a caminar en mi dirección. Uno, dos, tres…. Siete pasos exactos nos separaban cada día, pero nunca los había contado, porque siempre salía por la puerta de su izquierda. 

Se plantó delante de mí, a escasos centímetros. Creo que desde esa distancia se podía escuchar a mi corazón, cada vez más nervioso, mas excitado, más ansioso…. 

Clavó sus ojos color miel en mi rostro. Esbozo una sonrisa tímida y articulando palabra me dijo : “ Todo ha pasado y has vuelto a sonreír “. 

Y sin mediar más palabra, alargó su mano izquierda y aquel trozo de papel quedó frente a mi. Lo agarré. Y en cuanto salió de su mano, siguió su camino hacia el siguiente vagón para poder salir del tren. 

Habíamos llegado a su parada, 21:05. 




                                                    ~ Lucia Rodriguez ~





03 junio 2020

20:47 - CAPITULO 5

20:59. Tercera parada antes de que se vaya. 

Tren estacionado. Puertas abriéndose. Gente saliendo. Gente entrando. Él. Yo. ¿ Nosotros ? 

Empecé a imaginar aquella lejana, improbable e inverosímil conversación. Tenía tantas cosas que preguntarle, que decirle, que contarle, que en verdad no sabía por dónde empezar. Las preguntas comenzaron a agolparse en mi mente. ¿ Cómo ordenar aquel “pequeño” caos en torno a él ? 

Un mes puede dar para mucho, si sabes aprovecharlo al máximo, pero había muchas incógnitas alrededor de él, que, en cierto modo, si no fuera una kamikaze del amor, habría postergado de mi vida. 

El bolsillo de mi chaqueta empezó a vibrar. 21:00. Una, dos, tres, cuatro notificaciones… Como tenía el móvil en vibración no sabía exactamente de qué se trataba, ¿ tal vez un correo del trabajo, un whatsapp, un md de instagram, un mensaje por messenger… ? En aquel momento me daba igual quién o qué fuera, todo podía esperar, menos él. Nos quedaban escasos minutos para que se fuera, y yo seguía ahí, parada, apoyada en la puerta, esperando… ¿ Esperando qué ? 
No sabía exactamente qué estaba esperando, si un milagro, si una aparición divina o incluso un cataclismo. Creo que me hubiera dado igual lo que fuera. Por muy “brusco” que suene, morir “juntos” no era una mala forma de morir, ¿ no ? 

Realmente que podía salir de aquello “nuestro”, ¿ tal vez un “Nosotros” ? Sería mucha fantasía que aquello fuera posible, que aquella hora, 20:47, fuera solo nuestra, y que aquel viaje de vuelta a casa, nos uniera. 
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y yo la había perdido ya en muchas cosas de mi vida, pero con él, todavía no. 

Él seguía allí, con la libreta entre las manos. Había llenado la página entera de un viaje de letras. ¿ Tal vez sería la lista de la compra o tal vez el trabajo del día siguiente ? ¿ Tal vez la lista de cosas que contarle a su madre o tal vez… un texto ? 

Creo que aquel misterio pronto tendría un final, ¿ tal vez bueno, malo ? No lo sabía, solo sabía una cosa… 

Habíamos llegado a la siguiente parada, 21:02.


                                                    ~ Lucia Rodriguez ~