21:05. Final del trayecto.
Tren estacionado. Puertas abriéndose. Él saliendo. Gente entrando. Yo.
Me quedé petrificada, inmóvil, inerte. Tenía en mi mano derecha un trozo de papel, el maldito trozo de papel que minutos antes había visto escribir, doblar e internar evaporar.
La mano me temblaba, el corazón se me iba a salir por la boca, y mis piernas no me sostenían. Me apoyé en la puerta intentando recomponerme, tomé aire y volví a la realidad.
Maldito trozo de papel, ¿qué tienes escrito?
Miré a mi alrededor, apenas había gente en el vagón, y la siguiente parada era la mía. No sabía qué hacer, si leerlo, si dejarlo para cuando llegara a casa, si quemarlo, si romperlo… Un sinfín de preguntas empezaron a nadar por mi mente, sin respuesta, sin solución… La mente me decía que esperara, que me sosegara, que me tranquilizara, pero el corazón necesitaba saber que ponía.
Me quedé mirando el papel, intentando no pensar ni sentir, poniendo la mente en blanco, recapacitando. Aunque intentara negarlo, tenía unas ganas infinitas por ver que tipo de letra tenía, como conjugaba las frases, y sobre todo, que tenía que contarme. ¿ Por qué hoy ? ¿ Por qué a mí ? Maldita blazer roja.
Estábamos llegando a mi parada, me incorporé, cogí compostura y me acerqué a la puerta del vagón para salir.
Habíamos llegamos a mi parada, 21:07.
Tren estacionado. Puertas abriéndose. Yo saliendo. Gente entrando.
Al salir del vagón, justo unos pasos a mi derecha había un banco. Me acerqué, me senté y miré el maldito papel. Maldita kamikaze. Sabía que tenía que leerlo, no iba a llegar a casa sin antes destripar aquel papel, por lo que desdoble el papel…
Me quedé mirando aquel trozo de papel que tanto había removido en mí. Tenía el corazón casi en la boca, a punto de salir corriendo a buscarle. El corazón me iba a tres mil por hora, y mi cara tenía un sofocante color rojo tomate, a juego con la chaqueta. Menos mal que no le tenía delante, sino, no sabría dónde esconderme, creo que por eso fue que salió corriendo, por si se me ocurría abrir la carta frente a él.
¿ Qué hacer ahora ? ¿ Le espero o le escribo ?
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